sábado, 13 de junio de 2009

Ambrosio García Leal y La paradoja del sexo


Ambrosio García Leal es un eminente biólogo español que se ha dedicado en los últimos años a reflexionar sobre biología evolutiva y psicología evolucionista, y ha encarado el asunto del sexo en dos obras divulgativas, publicadas ambas por Tusquets editores: La conjura de los machos y El sexo de las lagartijas. Precisamente para esta editorial ha realizado, además, multitud de traducciones de otras obras científicas.


Explica que, el sexo es el centro de nuestra vida y no podemos ser ajenos a él. De este modo, es una fuerza que nos influye continuamente de diversas formas cada vez en nuestra manera de ser. Es un fin de nuestra existencia, tras la necesidad de vivir, nos disponemos a realizar ese fin. A menudo, el sexo es pensado de forma obsesiva al querer el ser humano dejar descendencia. También de forma científica. El sexo influye en nuestro comportamiento y en nuestras relaciones sociales. Darwin lo definio como motor de la seleccion sexual.
Los biólogos siempre han sabido que, como procedimiento reproductivo, el sexo parece una complicación innecesaria. ¿Por qué perder el tiempo en encontrar una pareja aceptable que, a su vez, lo encuentre aceptable a uno o una? En teoría, debido a éste y otros costes añadidos de la reproducción sexual, la selección natural debería apostar por la alternativa asexual, más rentable a corto plazo. Sin embargo, en el mundo vivo encontramos sexo por doquier: es la modalidad reproductiva mayoritaria en animales, plantas, hongos y muchas otras formas de vida, por lo que cabe preguntarse cuál es la ventaja del sexo sobre la clonación asexual. No es extraño que, para
los biólogos, el sexo plantee una paradoja evolutiva. Otra paradoja, diferente pero a menudo confundida con la anterior, es la existencia de sexos diferenciados. En principio, nada impide que las especies sexuales estén constituidas por hermafroditas, pero en el mundo vivo el hermafroditismo es la excepción y no la regla. La existencia de sexos, y en particular de machos y hembras, es tan enigmática como el sexo mismo.

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